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REVITALICEMOS LOS VÍNCULOS

¡REVITALICEMOS LOS VÍNCULOS!
Autor: Anónimo


¡Por fin alguien lo hizo! Acabo de leer en internet que a la entrada de algunos restaurantes europeos les decomisan a los clientes sus teléfonos celulares y BB.

Según la nota, se trata de una corriente de personas que busca recobrar el placer de comer, beber y conversar sin que los ring tones interrumpan, ni los comensales den vueltas como gatos entre las mesas mientras hablan a gritos.

La noticia me produjo envidia de la buena.

Personalmente, ya no recuerdo lo que es sostener una conversación de corrido, larga y profunda, bebiendo café o chocolate, sin que miinterlocutor - incluyendo a mis hijos- me deje con la palabra en la boca, porque suena su celular.

En ocasiones es peor.

Hace poco estaba en una reunión de trabajo que simplemente se disolvió porque tres de las cinco personas que estábamos en la mesa empezaron a atender sus llamadas urgentes por celular.

Era un caos indescriptible de conversaciones al mismo tiempo.

La batalla, por ejemplo, contra los conductores que manejan con una mano, mientras la otra, además de sus ojos y su cerebro se concentran en contestar el celular, parece perdida. Hasta los motociclistas manejan con una sola mano mientras atienden o envían un mensaje de
texto por su celular.

Aunque la gente piensa que puede hablar o escribir al tiempo que se conduce, hay que estar en un accidente causado por un adicto al teléfono para darse cuenta de que no es así.

No niego las virtudes de la comunicación por celular.

La velocidad, el don de la ubicuidad que produce y por supuesto, la integración que ha propiciado para muchos sectores antes al margen de la telefonía.

Pero me preocupa que mientras más nos comunicamos en la distancia, menos nos hablamos cuando estamos cerca. Mucha razón tiene el que dijo que el celular sirve para acercar a las personas lejanas y alejar a las cercanas...!

Me impresiona la dependencia que tenemos del teléfono.

Preferimos perder la cédula que el móvil, pues con frecuencia, la
tarjeta sim funciona más que nuestra propia memoria.

El celular más que un instrumento, parece una extensión del cuerpo, y
casi nadie puede resistir la sensación de abandono y soledad cuando
pasan las horas y este no suena.

Por eso quizá algunos nunca lo apagan.

¡Ni en el cine, ni en el banco, ni en un concierto!!!!! He visto a más
de uno contestar en voz baja para decir: "Estoy en el cine, en el
banco o en el Teresa Carreño oyendo la filarmónica, ahora te llamo".

Pero de todos, los Blackberry merecen capítulo aparte.

Enajenados y autistas.!

Así he visto a muchos de mis colegas, absortos en el chat de este nuevo invento.

La escena suele repetirse.

El Blackberry en el escritorio, o al llegar a un restaurant o en
cualquier reunión o visita familiar es colocado en un lugar donde
pueda estar a la vista de todos.

He observado familias en un restaurante donde cada uno está pendiente
mas del celular que de compartir un rato agradabel juntos.

Un pitido que anuncia la llegada de un mensaje, y cada uno  se lanza
sobre el teléfono.

Casi nadie puede abstenerse de contestar de inmediato.

He estado con personas que después de teclear un rato, masajear la
bolita, y sonreír me miran y dicen:

"¿De qué estábamos hablando?". Pero ya la conversación se ha ido al traste.

No conozco a nadie que tenga Blackberry y no sea adicto a éste.

Alguien me decía que antes, en las mañanas al levantarse, su primer
instinto era tomarse un buen café. Ahora su primer acto cotidiano es
tomar su aparato y responder al instante todos sus mensajes.

Es la tiranía de lo instantáneo, de lo simultáneo, de lo disperso, de
la sobredosis de información y de la conexión con un mundo virtual que
terminará acabando con el otrora delicioso placer de conversar con el
otro, frente a frente.

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