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Diario  Corriere della Sera - Italia - Febrero 2011
Traducciòn y adaptaciòn libre del italiano:        Diego Tapia Figueroa (diegogtf@ gmail.com)
Milàn.- Una buena mesa, bien puesta, platos nutritivos y preparados con amor, una conversaciòn entre padres e hijos. Pueden creerlo o no, una comida asì, es una garantìa de salud emocional y fìsica para los niños: previene la obesidad, la anorexia y la bulimia, y es una verdadera terapia positiva para que estos niños, al hacerse adolescentes, no consuman drogas. De hecho, los estudios demuestran, que los adolescentes que no comen solos, y que son acompañados cotidianamente en su almuerzo, por sus padres o parientes, no caen en adicciones. Esto ha sido recientemente demostrado por un estudio de la Universidad de Ilinois (2010), segùn el cual los niños que presentan diferentes sintomas emocionales o fìsicos, y que comen junto a sus padres, controlan mucho mejor esos sintomas y los superan en breve tiempo.
Esto, siempre y cuando se garanticen ciertos “ingredientes”, simples como el ABC, indicados por la psicòloga estadounidense Barbara Fiese. Primero, la A, de “acciòn”, o sea apagar los celulares, blackberry, la televisiòn, la computadora, la internet, I pod, y todo aquello que pueda distraer del placer de comer juntos una rica comida. Asì el niño siente que el adulto està de verdad presente, porque al eliminar de forma responsable estos ruidos, el adulto, le demuestra empatìa, respeto, y le modela una cultura de buen trato .
Despuès està la B, de behavior control, es decir control de comportamiento, porque es importante que los niños experimenten en la mesa, la reasegurante repeticiòn de las reglas: comer en horarios fijos, sentarse en su propio sitio, tener una compañìa que elige estar con ellos. Observar gestos conocidos, familiares, tranquilizantes; sobre todo para aquellos pequeños que experimenten momentos de ansiedad, o malestares fìsicos.
Finalmente, esta la C, de “conversaciòn”: el ingrediente màs importante para el desayuno, el almuerzo y la merienda; realmente beneficioso para la salud fìsica, emocional y mental del niño.
La psicòloga Fiese ha redactado la “receta” para una comida ideal, despuès de haber estudiado las comidas de 200 familias con sus niños, de 5 a 12 años. Dice que el modelo ideal implica unos pocos minutos dedicados a eliminar aquello que podrìa distraer, y explicar a los niños el por què se lo hace. Luego se pasa a recordar las pequeñas y concretas normas de comportamiento en la mesa, que no se imponen, sino se explican en un tono càlido, para crear una rutina que da seguridad. Lo demàs del tiempo se utiliza en una conversaciòn constructiva, que haga sentir importantes y queridos a los hijos, apoyados por su mamà y su papà en sus pequeños y grandes problemas. Una nutriciòn emocional basada en palabras.
En las familias que màs se acercan a este “modelo” los niños resultaron màs serenos y en grado de manejar de mejor manera sus dificultades diarias. Una interacciòn familiar positiva, de hecho, -explica la experta- reduce la ansiedad y permite que los niños se sientan màs seguros de sì mismos; un mecanismo que puede, sin duda, contribuir a convertir el comer en familia, como un hecho de salud, y ser una herramienta de prevenciòn, tambièn en relaciòn a problemas como adicciòn a drogas, alcohol, o bulimia y anorexia.
Reglas en la mesa: “Si un niño es dejado solo, abandonado, se siente inevitablemente “perdido”: los niños tienen necesidad de modelos èticos consistentes, porque solo asì logran estructurar mejor su caràcter, personalidad e identidad, y saber manejar su autonomìa, tambièn en relaciòn a las dificultades de la vida. Este es el sentido de las reglas en la mesa -confirma Giuseppe Fatati, presidente de la Fundaciòn de la Asociaciòn de dietètica y nutriciòn clìnica-. El compartir en un ambiente y contexto relajado, ya es considerado, como el primero y màs importante escalòn de la piràmide almentaria: conversar y compartir la comida con las personas queridas (personas generosas que disfrutan y les encanta compartir con sus hijos y los niños), es un paso esencial para alimentarse sanamente, ademàs de cultivar los propios afectos.
Este estudio resalta la trascendencia del sueño en los niños. El niño necesita dormir en un horario adecuado (10 horas de sueño son las ideales). De un sueño reparador, depende la salud psìquica y fìsica del niño; su energìa y alegrìa. Para que el niño duerma, se debe: apagar la TV, celulares, video juegos; no sobre estimularlos y desgastarlos con actividades que no correspondan a su edad. Respetar su derecho a descansar en su propia cama. Evitar estresarlos, incomodarlos, tensionarlos. Que se acuesten en paz.
La psicòloga Fiese, exlica que las cinco condiciones bàsicas de un crecimiento con bienestar integral para el niño son: sentirse queridos y protegidos por sus padres; comer acompañados en un contexto de tranquilidad (el niño se nutre del afecto fìsico y verbal, del amor que le dan sus padres); dormir temprano, y las horas necesarias; realizar actividades fìsicas -juegos, deportes- permanentes. Y, sobre todo, lo que necesita el niño es un papà y una mamà que sepan estar presentes sin ansiedad, esto significa contar con padres capaces de disfrutar el momento sin ansiedad.Padres que pongan como prioridad las necesidades del niño. Y, padres que se traten y hablen entre ellos con respeto.
“Es justamente en la familia -agrega Fatati- que se transmite la cultura del buen comer: los niños son muy permeables a  aquello que aprenden en la casa, aman estar junto a los adultos -que les tratan bien- en la mesa, y si aprenden desde pequeños los buenos hàbitos, no los olvidaràn nunca”. Està demostrado que almorzar con los padres o abuelos previene la obesidad, tal como lo ha demostrado una investigaciòn de la Dietetitians Association of Australia. “Quien estando en la mesa, al comer, no se distrae con la televisiòn, sino que conversa con los demàs, en un diàlogo que crea vìnculos humanos, y mastica màs lentamente, se concentra en la comida, comprende lo que està comiendo, lo disfruta, y no se excede repletàndose, vivirà sano y feliz”, explica Fatati. Si por razones de trabajo, los padres no siempre pueden almorzar con sus hijos, deben organizarse para que, al menos, dos veces por semana, esto sea posible; y, que tambièn puedan desayunar constantemente con sus hijos: “es una ocasiòn fundamental para orientar positivamente el dìa del niño, y su inteligencia”, concluye.

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