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No buscamos el sufrimiento, pero llega a nuestra vida. Nos acompaña, junto con las alegrías.
Muchas veces se ha perdido el significado y nuestra respuesta. Dice Víctor Frankl, y él sabía mucho de esto, que la persona no se destruye por sufrir, sino por no encontrar el sentido al sufrir.
Si Jesús eligió el camino de la cruz, y llama a sus discípulos a recorrerlo, es evidente que tiene sentido.


Margarita Martinez

EL VALOR INESTIMABLE DEL SUFRIMIENTO

A nadie le gusta sufrir. Tampoco le "gustó" a Jesucristo. Sin embargo lo abrazó por amor. En el Huerto de los Olivos exclamó: «Padre mío, si es posible, que pase de Mí esta copa, pero no sea como Yo quiero, sino como quieras Tú.» Mateo 26, 39. He aquí el inestimable valor del sufrimiento: abrazarlo libremente por amor, en unión con Jesucristo; Sufrir para ser fiel al camino del amor.
Hay muchas formas de sufrimiento que afectan al cuerpo, pero, los sufrimientos mayores son los del corazón: conflictos familiares, disgustos entre personas que se aman... Tarde o temprano todos sufrimos, todos tenemos así la oportunidad de ofrecernos a Dios en comunión con Cristo. Por eso los hermanos que están postrados por enfermedad pueden dar más fruto, salvar más almas y hacer más bien que muchos otros con numerosos apostolados activos pero con menos amor.



Jesucristo sufrió hasta el extremo en la cruz por amor a nosotros. Ésta es la clave: POR AMOR. Todo, absolutamente todo, hemos de vivirlo, de abrazarlo por amor. Así nos redimió Jesús. Es cierto que cada palabra y acción de Jesús es parte de su obra salvadora. Pero fue especialmente por medio de sus sufrimientos en la Cruz que fuimos librados del pecado.



El sufrimiento es una oportunidad para unirnos a Cristo y cooperar en la redención del mundo. De nada vale el sufrimiento por sí mismo. Lo que vale es la entrega amorosa que hacemos de él a Dios. Por eso el sufrimiento es una gran oportunidad y no hay que desperdiciarla.
La cruz, la señal del Cristiano, es signo de nuestra entrega al sufrimiento por amor.
Nos recuerda a Cristo, que se entregó por nuestra redención. Nosotros, siendo su Cuerpo, hemos de sufrir en unión a Él, que es nuestra Cabeza. Hacemos la señal de la cruz para recordar este compromiso. Todo lo que hacemos debe ser "En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo" y todo por amor, abrazando nuestra cruz.
"Desde la cruz se contempla mejor el cielo" -Madre Adela Galindo
El sufrimiento tiene un gran valor cuando lo abrazamos por amor. Ante el dolor podemos unirnos a la cruz de Cristo o reaccionar con rebelión y culpar a Dios. El sufrimiento tiene un gran valor: expía el mal, une al sacrificio de Jesucristo como expresión de amor y confianza en él y ofrece a Dios un sacrificio de alabanza. El sufrimiento unido a los padecimientos de Cristo nos asemeja a él, que libremente abrazó la cruz por amor.




Dice San Pablo:
"Ahora me alegro por los padecimientos que soporto por mustedes, y completo en mi carne lo que falta a las tribulaciones de Cristo, en favor de su Cuerpo, que es la Iglesia". -Colosenses 1,24


            
  


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