
                  LA ORACIÓN DE GASTÓN ACURIO
                    Por Ernesto Ribadeneira Troya
                  Gastón Acurio es un empresario peruano de  primera línea, símbolo del vigoroso proceso de desarrollo, impulsado por el  sector privado, que está ocurriendo en el país hermano. Bajo su liderazgo, el Perú  está consolidando su objetivo de convertirse en un centro gastronómico de  primera categoría a nivel mundial.  El 25  de Julio último, en ambiente de “fiestas patrias”, festejadas con gran  entusiasmo y en unidad monolítica por sus 30  millones de habitantes, este notorio personaje apareció en una  entrevista en EL COMERCIO de Lima, cuyo  título,  el principal de primera plana rezaba:  “Gastón Acurio:  En diez años, el Perú  podría estar en el primer mundo”.  En  este contexto,  me llamó profundamente la  atención, principalmente por las múltiples implicaciones para cualquier país de  América Latina, el encontrarme en la revista DA-FORT-DA, edición de Julio,  con el siguiente “Extracto de la oración  pronunciada por Gastón Acurio en el Desayuno Nacional de Oración por el Perú  que se llevó a cabo en el Swiss Hotel (de Lima): “Señor estamos aquí esta  mañana para que escuches nuestro ruego, pero esta vez, Señor, no te pediremos  por nuestro Perú, ¿Cómo hacerlo?.  Cómo  pedírtelo Señor, si a nuestro Perú ya le diste todo, porque si hubo algún lugar  en el que tú decidiste poner todo lo que cualquier ser humano soñaría tener  para alcanzar la prosperidad para él y su comunidad, ese fue el Perú. Porque  aquí reuniste, Señor, todas las riquezas, todas las sangres, todos los climas,  todas las oportunidades para que un día este pedazo de la tierra sea el más  hermoso de los espacios para vivir…pusiste inmensos lagos de gas y petróleo  bajo sus selvas; y sobre ellos, árboles, vegetación y naturaleza infinita.  Dibujaste ríos que atraviesan la cordillera cargados de energía, bajando a  irrigar desiertos que luego se convierten en verdes valles, y nos diste un mar  de riqueza infinita, con todos los peces posibles y toda la abundancia posible.  Hiciste que vinieran todos los hombres y mujeres del mundo a instalarse en  nuestra tierra trayendo consigo lo mejor de sus mundos bajo el brazo.  Y vinieron gentes de Europa, Asia y  Africa;  todos a asimilarse y mimetizarse  con las antiguas culturas del Perú, como una suerte de muestrario de todo lo  bello que el mundo que tú creaste tiene para ofrecer. Sin embargo, y a pesar de  todo lo que nos diste, quienes habitamos esta tierra no lo hemos sabido ni  podido aprovechar. No hemos podido lograr que toda esa abundancia y generosidad  con que nos bendijiste haya podido alegrar la vida de todos los hombres que hoy  pueblan nuestra tierra…Por ello, Señor Todopoderoso, estamos aquí para decir y  reconocer con humildad que Tú no nos has fallado, que esta tierra no nos ha  fallado…somos nosotros, Señor, los que hemos fallado…”“