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LATINOAMÉRICA, IDENTIDAD Y SENTIDO
Por Ernesto Ribadeneira T.

Han transcurrido 520 años desde que Cristóbal Colón llegó a lo que hoy se denomina América, en su audaz aventura que, según se conoce, apuntaba a llegar a las Indias Orientales y así confirmar la teoría de que el mundo era redondo. Tiempo tomó hasta que se reconoció que se trataba de un nuevo continente, desconocido para los europeos. Para entonces, la creencia de que se trataba de las Indias, estaba tan arraigada, que ya no hubo marcha atrás en cuanto al apelativo con que se identificó a los naturales de esta tierra: “indios”.

De ahí para acá, “mucha agua ha corrido bajo el puente”. Ciñéndonos al empeño de este artículo, vamos a enfocar primero en aquellos elementos que contribuyen a la definición de una “identidad latinoamericana”, que al mismo tiempo los consideramos fortalezas que nos aglutinan en cuanto a nuestra relación con el entorno, y a nuestra capacidad para sobrevivir y evolucionar hacia mejores tiempos para nuestra gente: Primero, están nuestro origen mestizo en esencia y en proceso. Las razas originales que nos conforman, blanca e indígena,  en mayor o menor grado se han ido fusionando en una nueva raza “mestiza”, a la cual se han venido sumando varias otras, comenzando por la negra de origen africano, y luego la china, árabe, etc. Si bien el proceso de mestizaje en los diferentes países varía en intensidad, está presente en la mayoría, hasta constituirse en una realidad que ya es parte de nuestra esencia. Sobre esta base, íntimamente relacionada con el proceso de conquista, están dos elementos fundamentales que conforman nuestra “identidad en ciernes”: el idioma común que, con la excepción de Brasil (anotando que hay gran similitud entre el español y el portugués), está presente en toda la región, con poquísimas excepciones en la población indígena. Y, el otro elemento común a los aproximadamente seiscientos millones de habitantes que a la fecha conforman la región, es la fe cristiana, pues aún cuando no todos la practican, su presencia es una realidad incuestionable, si no como fe, por lo menos como historia, y por ende como cultura, que se hace presente en diversos ámbitos de la vida social: arquitectura, artes plásticas, literatura, educación, política, etc. A los elementos anotados, hay que añadir otros que también contribuyen a darle un sentido de identidad a nuestra región: si bien no todo ha sido perfecto en el ámbito político, podríamos decir que hay un consenso en cuanto a que la Democracia es el menos malo de los sistemas políticos; también podemos decir que en la mayoría de la región tenemos una vocación de libertad. La excepción que confirma esta regla es Cuba. También debemos anotar que somos una región relativamente pacífica, pues los brotes en contrario han sido relativamente aislados, y temporales, y, en todo caso, poco considerables si nos comparamos con la violencia que han vivido otras regiones: el mundo desarrollado vivió dos guerras mundiales recién en el siglo pasado, y por otro lado los episodios de violencia, totalitarismo y represión vividos por el mundo comunista (Rusia y China) también en el siglo pasado, significaron varias decenas de millones de muertos. Igual cosa ocurre con el medio oriente, quienes, hoy día, no solo enfrentan graves problemas de gobernabilidad, pues no han tenido suerte como nosotros en cuanto a habernos beneficiado con la Democracia que ha dado tan buen resultado en Occidente, sino que estos problemas de gobernabilidad en algunos casos están causando graves problemas de violencia. Tal es el caso de Egipto, que depuso a un gobernante luego de cuarenta años. Similares conflictos viven Siria, Libia, y otros de la región. Este elemento debemos destacarlo con especial énfasis, pues al mimo tiempo debemos reconocer que somos posiblemente la región más inequitativa del orbe, en cuanto a que en nuestro suelo conviven las mayores fortunas, con la pobreza extrema. En este contexto, entonces, tiene especial mérito el que los habitantes de esta región hayamos convivido en relativa paz a lo largo de estos quinientos y pico de años. Y quienes más mérito tienen, por supuesto, son aquellos que han llevado la peor parte, entre los que están los descendientes de los que eran dueños de esta tierra hasta la llegada de los españoles. Este reconocimiento debería convertirse en un empeño prioritario por buscar la integración y armonización de los pueblos indígenas con el resto de la sociedad.

A lo dicho hasta aquí, sumamos otros aspectos: espíritu de sacrificio, que es consecuencia de la vida relativamente exigente que vive la mayoría de nuestra población. De la mano de este último aspecto está otro que es una importante ventaja: estamos acostumbrados a vivir con relativamente poco, al menos en relación a los habitantes de occidente. Otro elemento importante es  el sentido de familia que de hecho es un sello que nos distingue por lo menos en el ámbito de occidente.

Con lo dicho hasta aquí es más que suficiente para concluir que hay sinnúmero de factores que nos unen y nos aglutinan de tal manera que en nuestra alma, en nuestra conciencia vaya creciendo el sentido de que “somos una gran familia”, con todo lo que ello implica.

En este contexto, tiene una gran importancia la presencia de la FE Cristiana, pues es un conjunto de valores y principios que de alguna manera “nos unen” en el sentido de que son “incuestionados” en cuanto a su vigencia y bondad. Inclusive quienes se han alejado o critican a la Iglesia o a la Fe es por comportamientos que se alejan de los principios, valores o mandamientos que dice practicar, como por ejemplo la inquisición que se opondría al amor al que supuestamente todos los hombres tienen derecho. Al mismo tiempo, de alguna manera, en el subconsciente de todos los latinoamericanos, creyentes o no, están presentes, y normando la vida, los valores cristianos: Ama al prójimo como a ti mismo, no matar, no robar, no mentir, no desear la mujer de tu prójimo, no cometer actos impuros, respetar a los padres. Todos estos se resumen en “Ama a Dios por sobre todas las cosas, y al prójimo como a ti mismo”.  Cabe recomendar, en este punto, al lector de este artículo, el  que aparece en la revista de Octubre, sección 14 – PARA ESCÉPTICOS, titulado EL OSO Y EL PAPA, en el que Pedro J. Ramirez, reconocido periodista español, reflexiona respecto al comportamiento y desempeño, y consecuente influencia de los cristianos (católicos) y de la Iglesia en la vida social de España, hoy en día.

Terminamos una primera parte de este artículo manifestando que el proceso de definición de una identidad latinoamericana está en plena marcha, y avanzando magníficamente hacia una consolidación. Por supuesto que a todos los que habitamos esta tierra nos conviene que eso ocurra a la mayor brevedad, pues ello implica que los conflictos que subsisten se habrán resuelto o atenuado al punto de poder convivir con ellos, y, más importante que lo anterior, nuestras probabilidades futuras mejoran significativamente si logramos sentirnos todos parte de un gran conglomerado que comparte valores, ideales, perspectivas sobre la vida. Huelga decir que caminar en dirección contraria augura un futuro que, peor aún en medio del contexto mundial actual, podría ponerse sombrío y tenebroso. Ese es un horizonte que ni siquiera queremos considerar, pues es nuestro convencimiento que el futuro luce… no mejor… ni mucho mejor… sino ¡inimaginablemente mejor! que el presente. Al menos esa es la perspectiva, el empeño, el norte que mueve a

Y, en cuanto al sentido, la cosa es relativamente sencilla, pues de lo que se trata es de reunir todos los elementos que hasta aquí nos sirvieron para bosquejar nuestra identidad, y jugar un poco con ellos para tratar de encontrar un norte, un horizonte hacia el cual podríamos enfocar nuestros empeños con miras a que el futuro sea mejor que el presente, para todos quienes habitamos esta parte del mundo. En este contexto, resulta muy útil revisar LA ORACIÓN DE GASTÓN ACURIO en la SECCIÓN 10 (http://www.creser.net/gaston.html) pues esta magnífica pieza realiza el ejercicio que se menciona al inicio de este párrafo, y bosqueja un horizonte hacia el cual, sin duda, anhelaría avanzar cualquier ciudadano de Latinoamérica.

A lo anterior, añadimos otra pieza que también la consideramos elemento fundamental que complementa la VISIÓN que plantea “La Oración de Gastón Acurio”. Se trata de un artículo relacionado con un episodio histórico de talla universal que sienta un precedente que debería sernos extremadamente útil para que nuestra evolución histórica vaya “de menos a más”. El artículo se titula “Mandela”, y apareció en la primera edición de (http://www.creser.net/mandela.html)

Sobre la base de la VISIÓN, que plantea La oración de Gastón Acurio, y del tipo de liderazgo con el que MANDELA alivió las tensiones sociales en Sudáfrica, y, por supuesto, desde nuestra perspectiva editorial, planteamos algunas ideas que deben orientarnos a los latinoamericanos en cuanto al norte que debemos perseguir para alcanzar ese horizonte tan anhelado:

1 Consolidación de nuestra identidad. Valorarnos unos a otros. Cada individuo, y cada grupo humano tiene su valía, y por ende, su cuota que aportar al todo. Caminar hacia el sueño de que “lo latinoamericano es lo máximo”.

2 Apreciar y valorar nuestras riquezas: Historia Común, Idioma común, aporte étnico de diversas fuentes, consecuentemente cultural; Fe común, espíritu de sacrificio, acostumbrados a vivir con poco, sociedad que valora la libertad, democracia vigente, paz relativa, sentido de familia. Cabe en este punto destacar que sociedades mucho más conflictivas que la nuestra han logrado armar bloques humanos / políticos /económicos. El ejemplo por excelencia es Europa que logró consolidar la Unión Europea luego de haber pasado por dos guerras, y aún cuando ni siquiera tienen el mismo idioma.

3 Numéricamente somos más grandes que Europa (450 millones) y Estados Unidos (300 millones). Somos 600 millones.

4 Especial empeño en reducir la distancia en la calidad de vida de los más necesitados. Primera prioridad: la educación que permita que, más temprano que tarde, todos accedamos al mismo nivel de educación, y por ende a las mismas oportunidades de trabajo.

5 Superar la crisis de valores que no solo nos impide “creSer” sino que está causando un grave problema de descomposición social, que es todo lo contrario de lo que propone este ensayo. Para ello, debemos sobreponernos a la cultura consumista, y los valores que le son intrínsecos: el poder, el tener, el placer, deberemos determinar una escala de valores que priorice lo realmente importante: el ser humano, todos los seres humanos. Usar como referencia la espiritualidad cristiana, desde la perspectiva de “Ama a tu prójimo como a ti mismo”. Se enfatiza lo de “referencia” por cuanto a nadie se le puede imponer la fe. Pero lo que se si se puede es aspirar a que todos participen en el diálogo, con buena voluntad.

6 Elemento fundamental para superar la cultura consumista y los valores asociados: el poder, el tener, el placer: El “vencerme a mi mismo”, como opuesto a la búsqueda de lo fácil, lo rico, lo cómodo, que es el enfoque que actualmente prevalece en Occidente, que rinde culto a los valores mencionados al inicio de este párrafo. Hay una frase de Lao Tse, máxima figura del pensamiento oriental, que ilustra el fenomenal impacto que puede tener una sociedad que practica el “vencerme a mi mismo”: “El que vence a los otros, es fuerte; el que se vence a si mismo, es poderoso”.

7 Para optimizar el resultado de esta propuesta, a lo planteado en el punto anterior, añadimos algo muy importante, indispensable para que “el sentido” que pretende plasmar este ensayo, tome forma, dentro de su contexto: el “vencerme a mi mismo” debe enfocarse principalmente a favor del “tú”, lo cual incluye, por supuesto, a nuestros seres queridos, pero inmediatamente después, deberían estar “los más necesitados” de nuestra sociedad, en el espíritu de lo manifestado en el no. 4, más arriba.

Y, para terminar, sobre la base de lo tratado en este artículo, planteamos una propuesta de VISIÓN para nuestra región:

                “Latinoamérica, modelo de desarrollo humano, animada por el Espíritu Cristiano”

Aclaramos que una propuesta no es una imposición, sino eso, simplemente una propuesta. Al mismo tiempo invitamos a debatirla, superarla, mejorarla. Lo que no debería ocurrir es que… no hagamos nada. Los tiempos que corren, no lo admiten. No podemos, no tenemos derecho a permitir que continúe la “descomposición social”, con todo lo que ello implica para todos y cada uno de quienes habitamos América Latina: corrupción, violencia, pobreza, delincuencia, desórdenes emocionales. En resumen, decadencia.

De manera que, sea por la vía aquí propuesta, o por una mejor… ¡avancemos! hacia tiempos, ojalá… no mejores… ni mucho mejores… sino inimaginablemente mejores que el actual.

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